Ya se van a cumplir dos semanas del último viaje de mi padre. Pensaba que lo llevaba bien, que hubiese dejado de sufrir esa agonía sería algo bueno para él y para nosotros. Hace unos días en Madrid, en un momento de tranquilidad después de comer, medio tumbado en el sofá, casi a oscuras para evitar el calor de la calle, mi mente trajo recuerdos que ya estaban olvidados.
No puedo mentir, no tengo muchos. Mi relación con mi padre siempre fue complicada. Nunca noté amor por su parte, quizás porque él era como yo, frío en la corteza para evitar que lastimen más nuestro débil y sensible corazón. Sé que me quería, a su forma, como un padre quiere a un hijo, pero sin muestras de excesivo cariño...o quizás yo estaba equivocado y solo le daba mi lado seco, gris, distante.
En ese momento de recuerdo me vino a la mente la primera vez que hablamos "de hombre a hombre", sin la distancia que marca un padre adulto con su hijo adolescente. Recuerdo que fue en 1998, yo tenía 24 años. Paseábamos por la calle a buscar a mi madre a una cafetería donde se reunía con sus amigas. Yo había quedado más tarde con unos amigos, pero preferí acompañarle antes a buscarla. Noté la sorpresa en su cara...la primera vez que quería acompañarle a algo desde la adolescencia.
Paseamos tranquilos, hablando de cosas banales, hasta que le saqué un tema que me preocupaba. Un tema complicado para mis 24 años, que necesitaba del consejo de un adulto con cabeza. Recuerdo que mi padre me escuchó sin interrumpirme, decirle todo lo que me preocupaba del tema en cuestión, etc. Una vez terminé, con gran tranquilidad para mi conciencia, mi padre se limitó a decir que intentase ser feliz, que fuera un caballero siempre en la vida, no por o para los demás, si no por y para mí.
En aquel momento no lo entendí y pensé que era una respuesta de conveniencia, pero poco después, a raíz de los acontecimientos que pasaron, entendí lo que me quiso decir.
Somos lo que hacemos, siempre. Podemos sentirnos buenas personas, de gran corazón, pero si cometemos malas acciones, no somos buenos ni nos comportamos bien. El bien y el mal son conceptos demasiados endebles para usarlos como un mantra o un credo. Pero cualquiera sabe que hacer malas acciones a sabiendas no es justificable ni defendible. Mi padre me estaba marcando lo que hoy en día es mi "todo" en la vida: Somos lo que hacemos. Si hacemos el bien, si hacemos felices a las personas que nos rodean, si les ayudamos, si somos de total confianza, si estamos en los malos momentos, por mucho que nos sintamos fríos, distantes, agresivos, indiferentes, asociales...todas esas etiquetas dan igual porque seremos buenas personas, ya que es lo que hacemos.
Esa fue la principal enseñanza que me dio mi padre. La segunda no me la dio, la veía cada día: Trabajar, esforzarse, hacer las cosas bien. No rendirse nunca. El siempre fue una persona temerosa, pero con las enseñanzas de él, y el valor (ella si que tiene el valor de 10 Marines) de mi madre, han conseguido que sea una persona decente. Ni muy buena, ni muy generosa, ni muy valiente, ni muy trabajadora, pero lo suficiente para que ambos estén tranquilos, sabidos de que han cumplido al 100% como padres.
No creo que llegue a tener hijos (dependerá de ella) pero sé que el listón esta alto, y me gusta alto. Soy lo que soy gracias a ti, papá, eso es una verdad absoluta. Sé que tenías una materia prima complicada de manejar, pero lo hiciste perfectamente. Y lo siento, siento no haber sido mejor hijo, mejor persona contigo. Lo sé, lo sé, todos los días lo pienso. Cómo me gustaría contarte mis dudas, mis miedos, buscar tu sabio y prudente consejo. Antes que te tenía no lo hacía, ahora que no te tengo lo añoro. Ya, siempre tan incorformista.
No recuerdo las últimas palabras que cruzamos, y me odio por ello. Seguramente no fueron suficientes para ti, pero si esto que escribo lo puedes leer, que sepas que siempre has sido mi ejemplo. Demasiada buena persona para este mundo de mierda, de gente sin respeto ni honor, pero al menos cumpliste con todo como padre.
Espero que me cuides desde donde estés. No soy tan duro como parecía. Intentaré hacerte caso "se feliz" me dijiste. Voy a luchar por serlo.
Un beso papá.