Madrugada en silencio. La ciudad permanece inerte mientras las sombras difuminan las calles entre las farolas de luz naranja. Yo permanezco inmóvil en el quicio de la ventana de mi despacho. Intento dormir, pero hoy no toca. El día fue duro y tenso. Miedos del pasado intentaron volver a agitar mi alma, pero al final todo quedó en eso... en miedos.

Es cansado. Cansado por luchar contra mi mismo. Odio hacerlo, soy mi peor enemigo, conozco mis puntos débiles y los ataco sin compasión. Intento centrarme, olvidar, evolucionar, soñar... pero hoy no toca. La agitación recorre mi cuerpo como miles de voltios revolviendo mis vísceras. Busco algo a lo que aferrarme, pero no consigo quitarme esa sensación de sangre en la boca.

Observo las cenizas de mis sueños pasados. No recuerdo como llegaron allí...las cenizas. Ni recuerdo cuándo ni cómo las prendí fuego. Sólo observo esos pedazos quemados con gesto extraño. 

Mientras escribo esto noto que mi espíritu se calma. Lo necesitaba. Necesitaba sacar de dentro esos miedos ancestrales que recorren mis venas y me hacen preocuparme de cada calambre, de cada entumecimiento, de cada resto de dolor, de cada sensación negativa. Me gustaría no sentirme así, pero hoy no toca. 

Intento recordar sus palabras, su tono firme y confiado de "no te pasa nada" su sonrisa, su mirada, su pelo, sus labios... pero hoy no toca. Mi mente me ha vuelto a traicionar, me hace, como la suya, pensar que no hay nada, que no hay nadie, que mi sino es ese...

Pero me niego. Me niego. Me niego a ser así, me niego a sentirme así...hoy no toca, hoy no toca sentirme solo. hoy no toca sentirme mal. Hoy no toca pensar.  La noche va a pasar...mañana saldrá el sol, mañana volverá la luz, mañana la volveré a tener entre mis brazos, y sé que mi miedo se apagará en mi confianza, en mi resolución, en mi forma de luchar.

Hoy no toca, pero mañana, sí.

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