A veces en la soledad de la noche tu mente te pide un rato para salir, para corretear por la habitación en penumbra mientras tú la observas como un padre primerizo a su niña pequeña. Esa sensación tengo cuando me despierto tan pronto con el ruido de mis pensamientos.
Por ella pasan multitud de ideas, dudas, miedos, deseos... todo lo que llevo dentro. Es increíble lo compleja, pero a su vez lógica, que es. Hace mucho que la veo como un ente independiente dentro de mí (chorradas de hijo único) y la hago (me hago) preguntas como si fuese un oráculo que todo lo sabe... y no es así.
Sencillamente necesito lanzar al aire todos esos pensamientos para que se queden fuera de mí. La mayoría sólo son miedos sin digerir que intentan aislarme, apagarme, volver a meterme en la caverna de lo negativo y la pena. Mi mente lo sabe, y aunque a veces sea algo egoísta y mala... en el fondo busca lo mismo que yo: Todos los momentos de felicidad posibles.
Es por eso que hay un pacto tácito entre mi alma/corazón y mi mente. Pese a que suelen estar enfrentadas se unen por conseguir esos momentos de sonrisas (como la que me consigue sacar Ella) de ilusión, de esperanza, de fuerza y momentos para soñar.
Quizás estos últimos son los más importantes, porque requieren de que ambos, corazón y mente, trabajen a la vez. Soñar con un futuro mejor, con conseguir lo deseado, con superar las adversidades, con Ella... todos esos sueños son la energía que mueve mi mundo.
Alguien me diría "que haces flotando, deja tus pies en la tierra, céntrate y déjate de cuentos" pero de niño una vez leí que soñar con algo es el primer paso para conseguirlo, y que es de obligado cumplimiento.
Y es así, desde que recuerdo siempre ha sido así. Hay cosas que he conseguido, otras no (generalmente las menos, perdón por mi chulería) pero todas han comenzado por un sueño.
Es por eso que soy un romántico soñador, y por ende un hacedor de sueños. Quizás tarden, quizás se resistan, pero sé que al final todos esos sueños son el barro necesario para moldear mi vida. Y lo mejor de todo es que, incluso cuando te cuesta dar forma a ese barro, sabes que girando y girando al final la pieza saldrá perfecta.