Estoy en su casa, como últimamente hago muchos días. Me siento integrado, me siento dentro de ella misma, de sus cosas, recuerdos, detalles... me gusta sentirme así. Cada vez compartimos más cosas, tiempo, espacio, sentimientos. Ahora entramos en algo nuevo para mí. Algo que genera nervio y ansia, ilusión y tensión, vida y ganas.

Esta nueva ilusión es crear un equipo en toda la dimensión de la palabra. Una unidad, un todo de dos personas que buscan el mismo objetivo. Dos personas que se ilusionan como adolescentes en su primer beso. Ambos con experiencia, conocimiento, cicatrices y desilusiones como para llenar una enciclopedia. 

El otro día, en una madrugada de calor sofocante, después de sentir nuestro calor y deseo, cansado pero sin poder dormir, la reconocí que aún tenía miedo a perderla, a la sombra que a veces veo detrás de su figura. No recuerdo antes haberla dicho algo así. No quiero depender del destino, de otro castigo divino o del puto karma. Pero cuando quieres a alguien como la quiero yo a ella es imposible evitar cierto temor a perder ese sentimiento.

Ella dice que no, que ya no teme. Que confía plenamente en que todo saldrá bien. Ella... la rota, la incrédula, la nihilista. Ella me da una lección de confianza. Siempre me sorprende. Esa parte suya que me enamoró siempre me deja con la boca abierta. Reconozco que a veces necesito su energía...muchas veces... casi todas. Ahora me gustaría perderme en sus brazos sin más, sólo eso, sentirme como me abraza, me besa el cuello, las mejillas, los labios. Sentir sus manos en mis brazos y mi pecho, acariciándome. Sentirme deseado por ella. Sentirme vivo de verdad. De cuando el corazón salta del pecho como una gacela lo hace por la sabana africana. 

y es ahora cuando damos el salto de verdad. Sin cuerda, sin red. El salto que muchos tardan años en hacer, nosotros lo vamos a hacer en semanas. Es curioso, cuando se lo he contado a la gente que me conoce de verdad, que me quiere y respeta, todos, sin ninguna duda, me animan a hacerlo. Qué habrá pasado, que habrán visto en mi desde que estoy con ella que les anime a tomar partido por algo que, como poco, es arriesgado.

Ambos entramos en territorio inexplorado. Vivir juntos, comprar un lugar donde hacerlo. Compartir nuestras vidas al máximo nivel. Sin excusas, sin engaños, sin falsas promesas. Sólo nosotros y nuestras circunstancias, de la mano, mirándonos a los ojos, empezando a andar por el camino desconocido, sin experiencia previa, con nuestras mochilas a la espalda.

Y en este terreno inexplorado sé que todo saldrá bien... porque ella me lo ha dicho, y siempre acierta. Siempre.

ESTE SITIO FUE CONSTRUIDO USANDO